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martes, 14 de febrero de 2012

Sinforiano López Alía (1780-1815)

"La Plaza de la Harina", en el siglo XIX

..."A su paso por las calles, camino del patíbulo, se dirigía al pueblo diciéndole: "Coruñeses, ¿dejaréis ahorcar a Sinforiano?". Y los coruñeses dejaron ahorcar a Sinforiano; pero le acompañaron a la horca con sus simpatías, y años después dieron su nombre a una de las calles modernas de la ciudad, como lo había hecho ya El Ferrol con la Calle Mayor"...

Fernando VII, rey constitucional:
historia diplomática de España de 1820 a 1823

Escrito por W. R. de Villa-Urrutia


olítico y escritor español, Sinforiano López Alía, nació el 22 de agosto de 1780 en Madrid y murió el 13 de abril de 1815 en La Coruña.
Hijo de Antonio López Alía, natural de la Puebla de Montalbán, y de Ángeles González Fernández, natural de Tembleque (Toledo).
Vivió en La Coruña, se casó en 1806 con Rosa Vázquez Comesaña, con la que tuvo cuatro hijos, y residió después en Santiago de Compostela.
El guarnicionero Sinforiano López fue el cabecilla de la rebelión coruñesa contra los franceses en 1808, que aprovechó la festividad del día de San Fernando.


La noticia del levantamiento popular sucedido en Madrid el 2 de mayo de 1808 se extendió por todo el país rápidamente y acrecentó el malestar que ya existía hacia los franceses, cuyas tropas se asentaban en diferentes puntos del territorio nacional.
Desde Madrid, los gobernantes, temerosos de que la situación se reprodujera en otros lugares del país, enviaron un comunicado a todos los capitanes generales en el que expusieron la gravedad de los hechos ocurridos en la capital y las terribles consecuencias que padecieron quienes osaron alzarse en armas contra el ejército napoleónico.
Un estudiante fue el encargado de llevar a los coruñeses las nuevas desde León, aunque las autoridades lo confinaron en la Casa de Correos con el fin de evitar que los ecos del alzamiento se propagaran aún más.
Pero la mecha de la rebelión se preparaba ya en la ciudad, donde los vecinos más emprendedores se confabulaban con oficiales del Regimiento de Navarra, acuartelado en A Coruña.
Un local de la calle de la Franja servía de lugar de reunión a los conjurados, quienes se alarman por la llegada del militar francés Mongat, ya que sospechan que pretende hacerse con los arsenales y la artillería de la ciudad para evitar una oposición armada al ejército invasor. El periodista y aristócrata Manuel Pardo de Andrade figura entre los cabecillas de la conjura, así como otro noble, el coronel de Infantería Francisco Javier Losada y Prado de Figueroa.
A los faccionistas, como se denomina a los confabulados, se les une un guarnicionero, también teniente de la Milicia Urbana, que tenía fama en A Coruña por su elocuencia y capacidad de iniciativa: Sinforiano López Alía. Nacido en 1780 en Madrid, llegó a esta ciudad en 1805 y al año siguiente se casó en la iglesia de San Nicolás con Rosa Vázquez, con quien tuvo cuatro hijos.

Como ardiente patriota que era, López se enardece cuando el 27 de mayo se sabe en A Coruña que Carlos IV y sus hijos renuncian a sus derechos al trono español, forzados por Napoleón Para entonces, los conspiradores ya cuentan con el apoyo del arzobispo de Santiago, Rafael de Múzquiz, quien promueve y financia el levantamiento coruñés mediante la entrega de fondos a Sinforiano López. Para ello se sirve de un fraile franciscano, el hermano C. Conde, quien se traslada a A Coruña y se aloja en el convento de San Francisco, donde se gesta el lema de "Venganza y Guerra" que habrá de inspirar el levantamiento.
La conjura establece que el día 30 de mayo habrá de producirse la revuelta contra los franceses, ya que debe aprovecharse que esa fecha se dedica a San Fernando, el rey español conocido como El Santo, y que la costumbre es engalanar los edificios con banderas nacionales y exhibir el retrato del rey.
Pero la existencia de una rebelión en ciernes llega a los oídos del cónsul francés en A Coruña, Fourcroy, quien hace que sus espías sigan a los conjurados e intenta que el capitán general de Galicia, Francisco de Biedma, impida un levantamiento popular.



Cuando llega el 30 de mayo, la ciudad se halla repleta de gentes provenientes de toda la comarca, que acuden a festejar la jornada en honor del rey que liberó a Sevilla de los musulmanes. Los patriotas comprueban que las autoridades no han izado la enseña nacional, por lo que aleccionan a la muchedumbre para que se dirija hacia el palacio de Capitanía General, situado en la entonces plaza de la Harina -las actuales de la Constitución y de Azcárraga, ya que en esa época formaban un mismo espacio en la Ciudad Vieja-, donde se hallan formadas las tropas de la guarnición coruñesa.



Dando pruebas de la astucia que le caracterizaba, Sinforiano López trata de vencer una posible resistencia de los soldados al levantamiento, para lo que reúne a varios niños y les proporciona unos palos en cuyas puntas ha anudado pañuelos. Los muchachos se encaminan hacia los militares y se entremezclan en las filas al grito de "Viva Fernando VII y muera Murat".
La estratagema surte efecto. La aparición de los pequeños y sus gritos en contra del general francés al que Napoleón ha encomendado la gobernación de España hace que los soldados se sumen a las protestas de la multitud que se encamina hacia el palacio de Capitanía y que no ofrezcan resistencia a su entrada.
Una vez en el recinto militar, los vecinos deciden requisar los fusiles almacenados en el parque de armas, pero en su camino se topan con un oficial, Juan Varela, al que los rumores atribuyen la custodia de centenares de esposas con las que los franceses pretenden maniatar a los patriotas para luego enviarlos a Francia.
La turba se lanza sobre Varela con intención de lincharlo, pero cuando Sinforiano López advierte la situación, reacciona al momento y alza en sus brazos un retrato de Fernando VII, al tiempo que reclama la atención de las masas. De nuevo el guarnicionero obtiene éxito y el pueblo opta por abandonar la persecución del militar -injustamente acusado de partidario de los franceses- para caminar en pos de Sinforiano López.


La ira del pueblo contra el invasor hace temer por la vida del cónsul francés, por lo que las autoridades deciden confinarlo en el Castillo del islote de San Antón, lugar en el que permanece a salvo de los sublevados.



Los responsables políticos y militares de la ciudad se decantan finalmente por apoyar el levantamiento, por lo que ese mismo día se constituye la Junta Superior del Reino de Galicia y se llama al alistamiento de ciudadanos para luchar contra los franceses.
En los días siguientes se repetirá esta convocatoria, aunque ya desde el Ayuntamiento, que reclama la incorporación a filas de todos los varones con edades comprendidas entre los 16 y los 40 años y que advierte de que quien incumpla esta orden "será castigado con el mayor rigor y más severo y ejemplar". Unas jornadas después se pide a la población que entregue a la Junta todas las armas que posea en sus hogares para destinarlas a la guerra, en la que las tropas españolas padecían una notable carencia de medios frente al bien equipado e instruido ejército francés, curtido en toda clase de combates en los campos de batalla europeos. Ese mismo día se dicta la orden de que todos los mozos disponibles en la ciudad se integren en el Regimiento de Navarra, con la amenaza de una multa de cien ducados para quienes la contravengan.


La Milicia Urbana
, un cuerpo de voluntarios destinado hasta entonces al mantenimiento del orden público en momentos de dificultades políticas y del que formaba parte el propio Sinforiano López, pasa a jugar un papel determinante en la defensa nacional, ya que se trata de un cuerpo que posee un mínimo adiestramiento militar con el que hacer frente al enemigo invasor.
Pocos meses después, el Gobierno de la nación decide transformar esta agrupación en Milicia Honrada y exige la disolución de la Urbana, aunque en A Coruña persistirá esta unidad, que compartirá sus funciones con la recién creada.



El 2 de julio se produce en la ciudad una persecución contra los coruñeses a los que se acusaba de ser afrancesados, entre los que se hallaba el industrial de origen galo Juan Francisco Barrié, dedicado a la fabricación de sombreros y que daría origen a la saga familiar que acabó por dirigir el Banco Pastor. Los perseguidos logran refugiarse en un pontón anclado en la bahía coruñesa, de donde son salvados de la muerte por Sinforiano López, quien intercede por ellos.
El adalid de la sublevación acabaría por declararse a sí mismo Capitán del Pueblo, aunque posteriormente se presentó al representante del Gobierno inglés en A Coruña como Defensor de la Patria, un título que recibió después de las autoridades españolas.
Debido a su profesión de guarnicionero, López es nombrado en el mes de agosto Sillero Mayor del Ejército de Galicia, al que proveyó de sillas, morriones, correajes y otros útiles militares desde lugares como Mondoñedo y Santiago, donde montó un taller de fabricación de armamento.
El 30 de mayo de 1808 fue uno de los principales autores de la sublevación patriótica de la Coruña, para lo que estuvo en contacto con representantes del arzobispo Múzquiz, como el fraile Cristóbal Conde García. Por ello recibió la distinción honorífica de "Defensor de la Patria". El 2 julio 1808 el pueblo asaltó las casas de algunos franceses o sospechosos de afrancesados en La Coruña, y López Alía fue uno de los primeros en impedir que el asalto terminase en asesinato, pues los interfectos fueron llevados detenidos sólo el tiempo imprescindible para que su vida no corriese peligro. En septiembre de 1808 fue nombrado sillero mayor (guarnicionero) del ejército de Galicia, o Director general de monturas. El 8 de octubre recibió en La Coruña a John Hookham Frere y al marqués de la Romana, ensalzados los dos por lo que significaban en aquel momento de la lucha nacional.
Realizó algunos servicios fuera de Galicia, como los de observar en Fuenterrabía la entrada de fuerzas enemigas. En León, en 1809, mientras trabajaba para el marqués de la Romana, padeció una enfermedad, por lo que tuvo que retirarse con su familia.
Colaboró en El Patriota Compostelano desde 1809 hasta 1811. El 24 de febrero de 1810 propuso, desde Mondoñedo, al presidente de la Junta Superior de Galicia un plan, algo disparatado, para asesinar a algunos de los jefes del gobierno francés en Madrid.
Máximo proveedor de morriones, monturas y cananas, instaló talleres en Mondoñedo, Santiago y otros puntos, y a finales de 1810 creó en Santiago la que tituló Fábrica de Armamento, aunque no salió del ramo de la guarnicionería. El 19 de noviembre de 1812 fue nombrado teniente de Milicias Urbanas de la Coruña. Parece que colaboró en la Gaceta Marcial y Política de Santiago, entre 1812 y 1813; en El Ciudadano por la Constitución, entre 1812 y 1814; en el Diario Cívico-Patriótico, entre 1812 y 1815; y en el Diario de Santiago de 1814. Felicitó a las Cortes por la abolición de la Inquisición, y reimprimió a su costa en abril de 1813, en la oficina de Manuel Antonio Rey, los decretos de las Cortes sobre lo mismo, que repartió gratis "para los amantes de la libertad de su amada Patria", y de los que tuvo que hacer al poco tiempo una segunda edición.
En este mismo año se publica su libro "Sencillo y justo elogio que a las hijas de Galicia tributa como testigo de sus memorables acciones don Sinforiano Lopez Alia, teniente capitan de las milicias urbanas de esta plaza, y director de monturas de los exércitos Nacionales quien le dedica á las hijas de Madrid su patria. Siendo capitan general de este reyno y exercito de Galicia el Excmo. Sr. D. Luis Lacy".
Visitó el antiguo edifico de la Inquisición coruñesa, y narró en "El Ciudadano por la Constitución", el 23 de mayo de 1813, la honda impresión que tal visita le produjo. Reeditó también "Os rogos d'un galego", el conocido poema de Pardo de Andrade. Imprimió también, y repartió gratis, la Representación a S.M. las Cortes, de María del Carmen Lizardi. El 10 de febrero de 1814 dirigió una Representación a Jorge III de Inglaterra, en la que protestaba por el incendio de San Sebastián. Se le debe también una Contestación al P. Fr. Nicolás de Castro, del convento de Santo Domingo de la ciudad de La Coruña, en su remangado papel del "Exacto Correo" del viernes 17 de diciembre de 1813, en donde se prueba ser falso cuanto dice contra la persona de D. Sinforiano López Alía.
Era socio de número de la Sociedad Económica de Santiago, y poseía la medalla de Jorge III. Sin embargo, tras el cambio político, el 17 mayo 1814 vio su casa asaltada, lo mismo que las de otros liberales. Se le encausó y apresó en Santiago, el 6 de julio de 1814, y en diciembre fue llevado a la cárcel real de la Coruña. El 3 febrero 1815 intentó fugarse, con la idea, según se dijo, de revolucionar la ciudad. Parece que se hallaba en relación con la conjura de Porlier, o, por lo menos, de ello fue acusado. En relación con la detención de Porlier se dijo: "El capitán Eugenio del Barrio, jefe del castillo, trató al preso con enorme deferencia y, muy especialmente, le permitió recibir visitas. Fue de esta manera como los liberales y masones coruñeses pudieron tomar contacto con el preso y preparar, con él, una conspiración. Aunque la policía estatal logró detener a uno de los conspirados, el sargento Sinforiano López Alía, éste soportó los interrogatorios y no delató a sus compañeros".
La Comisión Militar, presidida por Ulises de Albergoti, le condenó a morir en la horca, previa degradación; pero Antonio Meijide Pardo ha publicado documentos que, de ser ciertos, podrían empañar su fama: Felipe Saint Marcq, capitán general de Galicia, escribió al general Eguíaque López Alía se había ofrecido a confesar toda la trama, a cambio de conservar la vida y de que se le permitiese salir, a él y a su familia, de los reinos de España. Saint Marcq no perdonó, por lo que López Alía fue ejecutado; en cuanto a su propuesta, de momento no se tienen elementos para conocer si en ella hay algo de verdad o no. En 1820, con la vuelta del liberalismo, López Alía fue, como dice Meijide Pardo, mitificado, es decir, se convirtió en un símbolo de las aspiraciones gallegas a la libertad.

Entre otros escritos panegíricos, destaca la Oración fúnebre que le dedicó en 1821 Antonio Benito Fandiño.

"Oración fúnebre que a la inmortal memoria del nunca bien celebrado y heroico patriota D. Sinforiano López, víctima de la verdad y mártir de la justicia, compuso y da a la prensa su grande amigo D. Antonio Benito Fandiño, para que, ya no predicada, sea leída y dada a las Cortes del año 1821".

Bibliografía:

*Biografía de Sinforiano López Alía de Gil Novales
*"Sencillo y justo elogio que a las hijas de Galicia tributa como testigo de sus memorables acciones don Sinforiano Lopez Alia, teniente capitan de las milicias urbanas de esta plaza, y director de monturas de los exércitos Nacionales quien le dedica á las hijas de Madrid su patria. Siendo capitan general de este reyno y exercito de Galicia el Excmo. Sr. D. Luis Lacy". De Sinforiano López Alía
*"La Milicia Honrada de La Coruña de 1808. Antecedentes y Uniforme". Por José Redondo Santos
*"La ciudad que se alzó en defensa del rey". Laopinioncoruña.es
*"El levantamiento coruñés contra los franceses en 1808. "¡Viva Fernando VII y muera Murat!". Laopinioncoruña.es
*"Fernando VII, Rey constitucional: historia diplomática de España de 1820 a 1823". De W.R. de Villa-Urrutia

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